Si supieras todo lo que uno se encuentra revolviendo el tacho. Ayer me encontré una carta, de Romina para Aníbal. Eran tres hojas, me leí todas. Me enganché con la historia: no sé por qué terminó en la basura, si estaba tan bien escrita. El basurero es el lugar de todo lo no correspondido. Podría ponerme poética, filosófica y llorona, y decirte que por eso también es mi lugar. Pero eso ya lo sabe todo el mundo.
También encontré un collar de mullos verdes. Se lo llevé a mi perro. Quedó divino, le luce mejor que la soga. Y una funda de huesitos, igual para él, y bueno, también para mí. No creas que aquí todo es gris: hay podredumbre, pañuelitos de llantos y mocos ajenos, pero de eso estamos hechos todos.
Pero bueno, a lo que iba: hoy encontré la respuesta, de Aníbal para Romina. También acabó en la basura, así que supongo que están a mano, y que viven por aquí cerquita. En fin, la capacidad creativa que tiene este barrio para generar basura, hace que este trabajo sea casi tan entretenido como la telenovela. Me distraigo leyendo las vidas que otros botan al basurero: será porque son demasiado buenas para ser ciertas. Tengo una carreta llena de pequeños tesoros. Si te hace falta algo, búscame, de seguro encuentras algo que te sirve, o por lo menos, te devuelve las ganas de vivir. Así me sucede a mí.
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