Adivina, adivinador: tiene el cuerpo pequeñito y enrollado. La carita pintada de hollín. Las piernas gorditas y chuecas. Huele a hierbas, a leña y a humo. Habla hasta por la nariz. Y no camina, rueda. ¡Sí! Es una bolita de maíz: la abuela es una bolita de maíz. Suavecita y migosa. Maciza. Tengo miedo de que algún día se caiga y se rompa. Se le desmenuce el corazón. Corazón de humita, de tortilla, de chigüil. Deditos de mote y tostado. Ella nunca fue a la escuela, pero sí que sabe de la vida: sabe enterrar las semillas y hacer que vuelvan a nacer. Me gusta ver cómo trata cada granito como si fuera un tesoro. Es un tesoro. Y es suyo. Sus manos amasando la tierra, los pensamientos floreciendo en su cabeza. Haciendo ruido. Todos opinan que habla demasiado. A mí me gusta pensar que estoy aquí porque ella nunca se calló.
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