La guagua soñaba con ser de pan para que le pintaran la carita de colores. Le amasaran las manitos con ternura. Le iluminaran los ojitos con mazapán. Y la perfumaran con vainilla.
La guagua soñaba con ser de pan para tener el corazón relleno de dulce de guayaba. Para que las manchas en su cara fueran mermelada. Y las mejillas doradas de amor, y no moradas.
La guagua soñaba con ser de pan porque las guaguas de pan no lloran, ni les duele cuando las golpean. No tienen lágrimas. No tienen padres.
La guagua soñaba con ser de pan cada vez que se escondía bajo la cama. Lloraba bajito y rezaba, como había escuchado hacer a su abuelita en finados. Rezaba para que él no la encontrara.
La guagua soñaba con ser de pan para que la arrullaran con canciones. La abrazaran. La quisieran. Soñaba con ser de pan para que dejaran de matarla a golpes.
La guagua soñaba con ser de pan, pero su sueño no se cumplió: este año es a ella a quien su abuelita visita en el cementerio. Hoy las flores y las plegarias son para ella.
La guagua que soñaba con ser de pan, hoy está cubierta de tierra.
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